Ya casi es cumpleaños de mi amiga la más vieja. Teníamos doce y medio cuando nos conocimos. Tenemos casi un papá en común y muchas cosas más, aunque no lo parezca. Mi amiga la de la cabellera más larga del mundo (o al menos Guzmán).
Decidí que le regalaría algo bonito, funcional y hecho con mucho amor por mí (ayayay) y soy tan simple que lo único que se me ocurrió fue escuchar aterciopelados y pensar en su gran cabellera.
Al menos ahora si terminé algo a tiempo, no como cuando le quise hacer una bolsilla para guardar sus lentes y termino siendo una cosa superfea.
Por cierto conozco tanta gente marciana, que el mes se me va rápidisimo felicitando gente bonita y autofelicitandome.
PD: un ocho de enero en nada se compara con un nueve de marzo, pero en el dosmildoce ya no se siente igual.
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