Amo ver fotografías viejas; esa sensación de teletransportarse aún cuando no estaba presente. Ahora tengo tres míos: uno de ellos lleno de las típicas fotografías de bebé enfadosilla, toda gordilla y cachetona, pero pasándola bien, los otros dos están llenos de fotografías preparatorianas, un poco de mi vida normalista, y dos páginas y media con él.
Desempolvando cosas los encontré, ya saben, yo y mi manía de esconder cosas hasta sentirme mejor, al parecer funcionó, todas esas caras han creado bonitos recuerdos en mi cabeza, recuerdos que ahora, además, están impresos, porque así es mejor, dar vuelta a la página y encontrar cosas mejores.
También me gusta ver los recuerdos de mi mamá, sus cosas... es bonito verlas y tratar de descubrir personajes en ellas, como el señor del bigote enorme que tiene tapado con otra fotografía, amigos, familia, trabajo, personas que no conozco y que tal vez, quisiera conocer, yo por eso, no hago muchas preguntas, si están ahí, deben o debieron ser importantes para ella.

Por cierto, la señorita de la derecha es ella.
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